Significado de la carta El Diablo

Significado de la carta de El Diablo

Tarot de Marsella




El arcano de El Diablo, el demonio, el maligno, el espíritu del mal, el tentador, el genio del mal, el
dios de las tinieblas ... , simboliza las pasiones, perversiones, lascivia, lujuria, maldad, que a veces se apodera del espíritu del hombre y lo convierte en esclavo de lo pecaminoso, de los vicios y de la autodestrucción moral. De ahí que, en el naipe, figure El Diablo, Satanás, teniendo a dos acólitos o adoradores atados con cuerdas o cadenas al cuello (por lo general. según el tipo de Tarot, un hombre y una mujer encadenados a una anilla que se encuentra en el centro de un pedestal, como en el Tarot Español. el Tarot de Marsella), ligaduras que representan las ataduras a las bajas pasiones y delitos, que convierten al ser humano en esclavo del mundo de las tinieblas.
Para Jung es la libido en su potencia primigenia, la energía primitiva del inconsciente que no está suficientemente domada. Para nosotros, es la parte perversa de la personalidad, la representación del lado demoníaco de la misma, o sea, de la «sombra».
Como se comprende en seguida, desde el punto de vista mántico, es un arcano fácil de interpretar por su sentido desfavorable, ya que al instante pone en guardia al tarotista o al interesado, puesto que tiene el significado general de peligro, adversidad, malignidad, enemigos, fatalidad, etc., pero que, como veremos, es muy difícil de matizar, ya que depende, en cada caso, de las diversas circunstancias y de la videncia o inspiración del momento.
En general, simboliza el destino la adversidad, los peligros, las conspiraciones, los adversarios, la fatalidad, los obstáculos, la fuerza mayor que tenemos en contra, las fuerzas negativas o peligrosas que buscan nuestra ruina, las trampas que nos preparan los hadas o las personas en quienes confiamos, etcétera. Aunque se trate de un amigo de toda la vida, del esposo o esposa, de los hijos, familiares, etc., y salga El Diablo, hay que estar alerta contra la actuación del mismo y no confiar ciegamente en él; hay algo oculto en marcha que repercutirá desfavorablemente en uno.
Referente a la suerte, es un naipe que habla de accidentes o adversidades de todo tipo. Además, como arcano infernal representa de una manera especial todo lo relacionado con fuego, calor, combustibles, incendios, explosiones, cortocircuito s: quemaduras, estufas, calentadores de agua, agua hirviendo, productos químicos, gasolina, petroleo, gas, butano, armas de fuego, explosivos, polvorines, atentados, incendios intencionados., etcétera.

CUANDO SALE EN POSICIÓN INVERTIDA

Acostumbra indicar tentaciones que se superan, vicios que logran dejarse, rompimiento de hábitos perniciosos, malas aficiones de las que uno se arrepiente, peleas y enfrentamiento s conyugales y familiares (pero no tan graves como cuando está del derecho), falta de orden en la economía familiar, mala gestión familiar o del negocio; riesgo de que el cónyuge, los padres o los jefes se enteren de una mala actuación del consultante; riesgo de ser víctima de anónimos amenazas o llamadas de gente malvada que no se da a conocer; padecimiento de estafa o abuso de confianza por parte de un familiar, enfrentamientos con parientes políticos.
En el plano de la salud, es una carta que suele ser más benigna que cuando sale del derecho (como si fuera «medio diablo», «menos maligna»): tendencia a que una enfermedad o dolencia sea menos virulenta (aunque sea maligna o incurable), pero que progrese muy lentamente y dure mucho más tiempo el sufrimiento. Denuncia las mismas enfermedades ya especificadas en el apartado de la salud, pero con mayor hincapié en las dolencias del recto, hemorroides pólipos intestinales, impotencia sexual, sexualidad anal, homosexualidad, lesbianismo.
En el terreno de los vicios y pasiones destructoras, puede referirse a actividades delincuenciales, antisociales o fuera de la ley (tanto si está del revés como invertida), como ladrones, atracadores, navajeros, estafadores, violadores, delincuentes sexuales, etc.., sea para calificar al consultante como víctima o como delincuente, o para denunciar el terreno peligroso en el que se mueve (o en el que piensa moverse).

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